Para Pablo con................PPPRRRRFFFFRRRRR!!! Yanifollo.
LA CAMBRA.
Llovía, mientras caminaba pensaba donde estaría el cuadro que necesitaba para decorar una habitación, lo estuvo cavilando toda la noche, era el cuadro perfecto, un óleo del Miguelete, y recordó que estaba firmado, aunque ya se sabe, el pintor era famoso en su casa y entre sus amistades, pero eso era lo que menos le importaba, lo quería porque siempre lo vio colgado en el comedor, y era como llevarse una parte de su niñez a lo que ahora sería su hogar. Lo dejaron en casa de sus abuelos, en una casa que tenía un piso superior, una cambra, donde se dejan las cosas inservibles.
Subió rápido las escaleras, tenía ganas de llegar hasta allí. Miró a su alrededor.
Poca luz, estanterías, lámparas colgadas en un viga, botes de pintura, paquetes de azulejos sin abrir, nunca entendió muy bien esa manía de guardar las cosas, en este caso la manía de amontonar, con lo prácticos que son los contenedores. Pero en la parte interior estaban los objetos más antiguos, por lógica, a medida que entraba en la cambra la antigüedad de lo que allí había aumentaba. Un lebrillo de loza, no se distinguían los dibujos del interior, tres escopetas, al lado cajitas de perdigones y unos cartuchos, un montón de cepos para gorriones y cañas de pescar, eso era la sección caza furtiva, al otro lado debía ser la sección de deportes, tres bicicletas del año en que Cristo perdió el tabaco.
Dos pasos más adelante un armario, prefirió no abrirlo, porque si estaba en lo cierto contenía ropa de aquellos que ya se fueron, y una cuna antigua, de esas que son como un balancín repleta de tebeos viejos, bonito lugar donde guardarlos, recordó con una sonrisa en los labios que los sábados por la mañana siempre le compraban un tebeo. Sin duda estaba en la sección de juguetes, porque alrededor de la cuna estaban aquellos juguetes que habían podido sobrevivir al efecto devastador de sus travesuras. Los miró sin tocarlos, eran héroes de la guerra, algunos visiblemente mutilados, y hay que respetarlos, estaban llenos de polvo.
Por fin, llego a lo que realmente deseaba, sección arte, tres cuadros apilados, el primero, su miguelete, ajado por el tiempo, sin brillo, estaba como lo recordaba. Lo apoyó en una pared, era realmente bonito, y viejo. Cientos de imágenes retrospectivas pasaron por su mente en un momento y se mezclaron con el sonido de la lluvia que estallaba sobre los cristales con fuerza. Cada cosa debe estar en su sitio, todo tiene su momento, dejó el cuadro apoyado en la pared y apagó las luces.
Además, llovía fuera.
Llovía, mientras caminaba pensaba donde estaría el cuadro que necesitaba para decorar una habitación, lo estuvo cavilando toda la noche, era el cuadro perfecto, un óleo del Miguelete, y recordó que estaba firmado, aunque ya se sabe, el pintor era famoso en su casa y entre sus amistades, pero eso era lo que menos le importaba, lo quería porque siempre lo vio colgado en el comedor, y era como llevarse una parte de su niñez a lo que ahora sería su hogar. Lo dejaron en casa de sus abuelos, en una casa que tenía un piso superior, una cambra, donde se dejan las cosas inservibles.
Subió rápido las escaleras, tenía ganas de llegar hasta allí. Miró a su alrededor.
Poca luz, estanterías, lámparas colgadas en un viga, botes de pintura, paquetes de azulejos sin abrir, nunca entendió muy bien esa manía de guardar las cosas, en este caso la manía de amontonar, con lo prácticos que son los contenedores. Pero en la parte interior estaban los objetos más antiguos, por lógica, a medida que entraba en la cambra la antigüedad de lo que allí había aumentaba. Un lebrillo de loza, no se distinguían los dibujos del interior, tres escopetas, al lado cajitas de perdigones y unos cartuchos, un montón de cepos para gorriones y cañas de pescar, eso era la sección caza furtiva, al otro lado debía ser la sección de deportes, tres bicicletas del año en que Cristo perdió el tabaco.
Dos pasos más adelante un armario, prefirió no abrirlo, porque si estaba en lo cierto contenía ropa de aquellos que ya se fueron, y una cuna antigua, de esas que son como un balancín repleta de tebeos viejos, bonito lugar donde guardarlos, recordó con una sonrisa en los labios que los sábados por la mañana siempre le compraban un tebeo. Sin duda estaba en la sección de juguetes, porque alrededor de la cuna estaban aquellos juguetes que habían podido sobrevivir al efecto devastador de sus travesuras. Los miró sin tocarlos, eran héroes de la guerra, algunos visiblemente mutilados, y hay que respetarlos, estaban llenos de polvo.
Por fin, llego a lo que realmente deseaba, sección arte, tres cuadros apilados, el primero, su miguelete, ajado por el tiempo, sin brillo, estaba como lo recordaba. Lo apoyó en una pared, era realmente bonito, y viejo. Cientos de imágenes retrospectivas pasaron por su mente en un momento y se mezclaron con el sonido de la lluvia que estallaba sobre los cristales con fuerza. Cada cosa debe estar en su sitio, todo tiene su momento, dejó el cuadro apoyado en la pared y apagó las luces.
Además, llovía fuera.
5 comentarios
Stuffen -
Yanifollo -
La verdad es que esa foto me trae muy buenos recuerdos porque el muñeco hinchable aun forma parte de mis sueños más torridos.
Octavia -
Besito .
Pablo -
Felicidades ;-). Sigue subiendo cosas que te abramos una sección.
Un abrazo.
Stuffen -
(Es que este relato me suena de algo).
Bueno, no debía de ser yo la primera en comentar, pero es que estoy levantada, y si voy a tener que esperar a que Pablo diga unas palabras, se me va a quitar la ilu. :)
Me ha gustado tu relato, y te agradezco muchísimo el que lo hayas colgado aquí, de verdad.
Espero que sea el principio de una larga relación entre tú y a_las_6...
La foto me ha encantado (así que eres tú la criaturita esa..).
La sección esa de "Tal como éramos" está quedando la mar de bien. Esperemos que siga prosperando,
Un besazo.
Stu.